Bienvenido a la cárcel muchacho
Era su primer día en prisión, y una vez en la celda su compañero quiso marcar territorio. Lo agarró del cuello y le dio la bienvenida, la dejó claro que se lo iba a follar. Él por supuesto aceptó, sabía con quien estaba tratando y que tenía que hacerlo, pero lo mejor de todo es que además lo deseaba.
Fueron a la cama y ese hombre maduro sacó su rabo para que él se lo comiera, se puso de rodillas para así chupárselo. Luego lo colocó a cuatro patas y pudo sentir la penetración, era el primer rabo que entraba en su culo en prisión, pero no iba a ser el último.
Acabaron desnudos y los dos se corrieron, le había tocado el mejor compañero de celda de toda la cárcel.