Cuéntamelo todo, soy cura…
Estaba claro que siendo cura debería inspirar confianza a la hora de contarle todos tus pecados. Pero tenía una mirada de vicio que quería decir con ella mucho más de lo que se esperaba. Cuando empezó a contarle cosas el cura se enfadó con él, le dijo que eso merecía un castigo. Lo puso sobre sus rodillas y comenzó a azotar su trasero. Era obvio que se estaba poniendo cachondo. De repente escupió en su culo, agarró un dildo que tenía bien escondido y se lo metió por el culo. Esa era su penitencia le dijo. Pero en realidad solo era una parte de ella, ya que poco después le estaba metiendo su rabo dentro de su culo mientras lo apoyaba en la mesa de su despacho.
Acabó follándoselo en el suelo, sobre la alfombra. Ahora los dos eran pecadores, pero no se arrepentían.